Divaguemos

Lo que decimos cuando soñamos se pierde en el limbo; lo que decimos cuando divagamos también, a menos que logremos escribirlo.
¡Demos tinta o bytes a las divagaciones!

martes, 5 de julio de 2011

Me alegra que tu dolencia (Marina Tsvetaeva)

Me alegra que tu dolencia no sea causada por mí. 
La mía no es causa tuya. 
Me alegra saber que la pesada tierra jamás se moverá de nosotros, bajo nuestros pies, así que podemos relajarnos juntos, y no cuidar lo que decimos. Cuando nuestras mangas se rocen, no nos ahogaremos en las olas del rubor naciente. 
Me alegra verte ahora abrazar serenamente a otra mujer enfrente mío, sin ningún deseo de causarme dolor, como tú no ardes si beso a otro. 
Sé que nunca usas mi amoroso nombre o mi espíritu amoroso, ni de noche, ni de día. Y nadie en el silencio de una iglesia cantará aleluyas por nosotros. 
Gracias por amarme así, porque sientes amor, aunque no lo sepas. 
Gracias por las noches que he pasado vacías. 
Gracias por las caminatas bajo la luna que me has ahorrado, y los atardeceres que no compartimos. 
Te doy las gracias. El sol jamás bendecirá nuestras cabezas. 
Recibe mi triste agradecimiento por esto: Tú no causas mi dolencia. Yo no causo la tuya.